Recordar
escenas de mi vida y luego analizar, reflexionar y dar sentido a cada una de
las cosas que me han ocurrido. Todo esto me lleva a la conclusión de que debemos
caer una y otra vez. Y mientras decidamos hacer lo que amamos, la vida misma se
encarga de hacerlo más difícil y ponernos a prueba y así ayudarnos a confirmar
nuestros deseos, nuestro amor por algo o alguien.
Mi
camino creo no ha sido el más difícil, pero tampoco el más fácil y agradezco
por ello. Esta ha sido la única forma de corroborar mi pasión por hacer las cosas
por amor.
Arrancar
de tu hogar y sólo preocuparte por llevar ropa interior, un cepillo de dientes,
más mi cámara fotográfica, un cuaderno para escribir más una croquera donde dibujar y mi bicicleta como
único medio de transporte me lo confirmaron una vez más Amo todo esto y no
dejaré de luchar.
Y esto acaba de ocurrir. Hoy quiero contar mi
historia actual. Lo que hoy siento, lo que me hace llorar de dolor, y de amor a
la vez.
Desde
pequeña que me interesó observar, mirar en detalle cada cosa que me rodeaba.
Recuerdo estar en la casa de mis padrinos mientras mi madre trabajaba. Mi amado
Machalí.
Solía
recostarme bajo el parrón después de comer. Y mirar las hojas del parrón, las
hormigas, el sol a través de las hojas verdes y apreciar la danza que ellas
daban con la brisa del verano.
Mirar
las plantas a contra luz y asombrarme con cada detalle. Observar el cielo
celeste. Y observar la acequia y el cómo miles de cosas viajaban en el agua. Sin
prisa, sin destino previo alguno.
Comencé
a dibujar a temprana edad y mi primer lienzo de óleo sobre tela fue a los 14
años. Recuerdo asombrarme con la tesis de mi profesora de Artes en el colegio. Y
de asombrarme aún más cuando pisé por primera vez un taller de pintura. Sentir
el aroma a los oleos, al médium. Sentir la suavidad de los pinceles. Y de poder
apreciar las terminaciones con paletas. Poder dedicarme a ver cada pincelada.
Aguadas, bocetos y la textura pastosa de las pinturas. Es algo indescriptible. Por
más que intento explicar no lo puedo lograr.
Luego
del colegio, el cual me fue un reto enorme; ya que nada de lo que ahí aprendía,
me era interesante, excepto el ramo de arte, el de literatura y el de historia.
Ingresé
a estudiar Diseño Gráfico, es lindo, es mágico, pero no era lo que yo deseaba
hacer el resto de mi vida, no quería ganarme así la vida. Entré a estudiar
Diseño, porque mi madre me hizo ver que estudiando arte no podría mantenerme, y
que ella necesitaba saber que cuando ya no estuviese para rescatarme, yo podría
salir sola adelante. Entonces decidí estudiar Diseño. Duré tres años en la carrera
y mi crisis existencial era cada vez más grande. Cada vez sentía más asco de
salir a la calle y rodearme de gente infeliz, gente gris. Vidas sin sentido alguno.
Sueños destrozados o a medio cumplir y abandonados en algún rincón. No deseaba
ser así. Pero debo agradecer mi paso por esa escuela, ahí fue donde conocí la
fotografía. La cual se convirtió en una de mis pasiones. Y es que el mundo
desaparece mientras estoy detrás del visor de mi cámara, el tiempo se detiene,
y el mundo entero posa para mí, desando
mostrar su belleza, y también su crueldad. Ver al ser humano de una manera
distinta, la sociedad desde un punto de vista reflexivo. Y el poder capturar
cada instante y mostrarlo al mundo. Para que no se nos olvide quienes somos, ni
de dónde venimos. No olvidar el camino a casa.
Esos
años fueron muy decisivos, durante esos dos años me dediqué a escribir,
teniendo la esperanza de algún día publicar un libro. Quiero dar esperanzas a
quienes son como yo y se ven solos, quienes no saben qué hacer con sus vidas,
ya que sienten que tomar el paso y dedicarse a hacer lo que aman es difícil. Y SI,
LO ES, pero es el paso más sensato que algún día podrían dar en sus vidas, será
el paso del que nunca se arrepentirán, será el paso que los llevara a ser
libres, a amar, a ser infinitos, y a ser plenos.
Ahora
estoy en el camino que siempre desee, es difícil, me he visto llorar todas las
semanas con un nudo en la garganta, porque el dinero no me alcanza, debo
trabajar y el poco tiempo libre invertirlo en estudiar y tratar de cumplir con
mis deberes como estudiante. Pero aun así, cuando más pantanoso veo el camino,
soy feliz, porque estoy luchando por ser quien amo.
Para
que mi madre se sienta orgullosa de quien soy, y que a pesar de lo testaruda y
llevada a mi idea, ella en unos años más pueda ver que mi deseo profundo de
hacer lo que amo valió la pena y lo logré, seré Fotógrafa, y podré dedicarme a
vivir mi vida entre lienzos de pintura, fotografías y hojas en blanco con
historias por contar e infinitos viajes por el mundo, mi hogar.
Soy
y seré aún más orgullosa de quien soy, no necesitaré palacios de oro y cristal
para ser Feliz. Sólo necesitaré exactamente las mismas cosas que anoche en mi
mochila coloqué, mi cuaderno para escribir, mi cámara, mi cepillo de dientes, algo
en que dibujar y mi bicicleta. Los sueños y esperanzas de ser feliz van por mi
cuenta.
Y
así es como aprendí lo que la vida trata de enseñarnos poniendo el camino más difícil
aún y lo seguiré agradeciendo, hasta el día de mi muerte.
Algún
día leeré esto nuevamente y quizás lea mi libro, si el mismo que deseo
publicar. Y será cuando vaya camino a Europa para visitar el Louvre. Sólo ahí me
sentiré realizada, siempre ha sido uno di mis infinitos sueños.
O
quizás en mi humilde casa en el sur de chile, rodeada de árboles, ríos y cielos
azules, llenos de energía y vida. Y agradeceré cada segundo de vida, cada
respiro, cada llanto de los que ahora doy.
Total
soñar es gratis, solo necesitamos amor, convicción, esfuerzo y muchas lágrimas.
Las sonrisas y la felicidad de verdad son el exquisito resultado.