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lunes, 15 de julio de 2013

Soñar, Llorar, Lograr y Sonreír.



Recordar escenas de mi vida y luego analizar, reflexionar y dar sentido a cada una de las cosas que me han ocurrido. Todo esto me lleva a la conclusión de que debemos caer una y otra vez. Y mientras decidamos hacer lo que amamos, la vida misma se encarga de hacerlo más difícil y ponernos a prueba y así ayudarnos a confirmar nuestros deseos, nuestro amor por algo o alguien.
Mi camino creo no ha sido el más difícil, pero tampoco el más fácil y agradezco por ello. Esta ha sido la única forma de corroborar mi pasión por hacer las cosas por amor.
Arrancar de tu hogar y sólo preocuparte por llevar ropa interior, un cepillo de dientes, más mi cámara fotográfica, un cuaderno para escribir  más una croquera donde dibujar y mi bicicleta como único medio de transporte me lo confirmaron una vez más Amo todo esto y no dejaré de luchar.
 Y esto acaba de ocurrir. Hoy quiero contar mi historia actual. Lo que hoy siento, lo que me hace llorar de dolor, y de amor a la vez.

Desde pequeña que me interesó observar, mirar en detalle cada cosa que me rodeaba. Recuerdo estar en la casa de mis padrinos mientras mi madre trabajaba. Mi amado Machalí.
Solía recostarme bajo el parrón después de comer. Y mirar las hojas del parrón, las hormigas, el sol a través de las hojas verdes y apreciar la danza que ellas daban con la brisa del verano.
Mirar las plantas a contra luz y asombrarme con cada detalle. Observar el cielo celeste. Y observar la acequia y el cómo miles de cosas viajaban en el agua. Sin prisa, sin destino previo alguno.
Comencé a dibujar a temprana edad y mi primer lienzo de óleo sobre tela fue a los 14 años. Recuerdo asombrarme con la tesis de mi profesora de Artes en el colegio. Y de asombrarme aún más cuando pisé por primera vez un taller de pintura. Sentir el aroma a los oleos, al médium. Sentir la suavidad de los pinceles. Y de poder apreciar las terminaciones con paletas. Poder dedicarme a ver cada pincelada. Aguadas, bocetos y la textura pastosa de las pinturas. Es algo indescriptible. Por más que intento explicar no lo puedo lograr.
Luego del colegio, el cual me fue un reto enorme; ya que nada de lo que ahí aprendía, me era interesante, excepto el ramo de arte, el de literatura y el de historia.
Ingresé a estudiar Diseño Gráfico, es lindo, es mágico, pero no era lo que yo deseaba hacer el resto de mi vida, no quería ganarme así la vida. Entré a estudiar Diseño, porque mi madre me hizo ver que estudiando arte no podría mantenerme, y que ella necesitaba saber que cuando ya no estuviese para rescatarme, yo podría salir sola adelante. Entonces decidí estudiar Diseño. Duré tres años en la carrera y mi crisis existencial era cada vez más grande. Cada vez sentía más asco de salir a la calle y rodearme de gente infeliz, gente gris. Vidas sin sentido alguno. Sueños destrozados o a medio cumplir y abandonados en algún rincón. No deseaba ser así. Pero debo agradecer mi paso por esa escuela, ahí fue donde conocí la fotografía. La cual se convirtió en una de mis pasiones. Y es que el mundo desaparece mientras estoy detrás del visor de mi cámara, el tiempo se detiene, y el mundo entero posa para  mí, desando mostrar su belleza, y también su crueldad. Ver al ser humano de una manera distinta, la sociedad desde un punto de vista reflexivo. Y el poder capturar cada instante y mostrarlo al mundo. Para que no se nos olvide quienes somos, ni de dónde venimos. No olvidar el camino a casa.
Esos años fueron muy decisivos, durante esos dos años me dediqué a escribir, teniendo la esperanza de algún día publicar un libro. Quiero dar esperanzas a quienes son como yo y se ven solos, quienes no saben qué hacer con sus vidas, ya que sienten que tomar el paso y dedicarse a hacer lo que aman es difícil. Y SI, LO ES, pero es el paso más sensato que algún día podrían dar en sus vidas, será el paso del que nunca se arrepentirán, será el paso que los llevara a ser libres, a amar, a ser infinitos, y a ser plenos.  
Ahora estoy en el camino que siempre desee, es difícil, me he visto llorar todas las semanas con un nudo en la garganta, porque el dinero no me alcanza, debo trabajar y el poco tiempo libre invertirlo en estudiar y tratar de cumplir con mis deberes como estudiante. Pero aun así, cuando más pantanoso veo el camino, soy feliz, porque estoy luchando por ser quien amo.
Para que mi madre se sienta orgullosa de quien soy, y que a pesar de lo testaruda y llevada a mi idea, ella en unos años más pueda ver que mi deseo profundo de hacer lo que amo valió la pena y lo logré, seré Fotógrafa, y podré dedicarme a vivir mi vida entre lienzos de pintura, fotografías y hojas en blanco con historias por contar e infinitos viajes por el mundo, mi hogar.
Soy y seré aún más orgullosa de quien soy, no necesitaré palacios de oro y cristal para ser Feliz. Sólo necesitaré exactamente las mismas cosas que anoche en mi mochila coloqué, mi cuaderno para escribir, mi cámara, mi cepillo de dientes, algo en que dibujar y mi bicicleta. Los sueños y esperanzas de ser feliz van por mi cuenta.
Y así es como aprendí lo que la vida trata de enseñarnos poniendo el camino más difícil aún y lo seguiré agradeciendo, hasta el día de mi muerte.  
Algún día leeré esto nuevamente y quizás lea mi libro, si el mismo que deseo publicar. Y será cuando vaya camino a Europa para visitar el Louvre. Sólo ahí me sentiré realizada, siempre ha sido uno di mis infinitos sueños.
O quizás en mi humilde casa en el sur de chile, rodeada de árboles, ríos y cielos azules, llenos de energía y vida. Y agradeceré cada segundo de vida, cada respiro, cada llanto de los que ahora doy.

Total soñar es gratis, solo necesitamos amor, convicción, esfuerzo y muchas lágrimas. Las sonrisas y la felicidad de verdad son el exquisito resultado.