Abril de 2013
Han sido muchísimas las cosas que me han llevado a convertirme en quien soy en estos precisos instantes; La separación de mis padres, etapas de abuso, estados depresivos, tropiezos, amores, desamores, vida y muerte… Sin contar mis reflexiones y mis momentos de introspección. Los cuales en verdad, creo que en mi si generan un cambio, y si son notorios. El hecho de no salir por semanas a la calle y no hablar con nadie más que con los de la casa y sólo lo justo y necesario… Y escribir y escribir; como si en algún instante mis manos fuesen a desaparecer y no pudiese escribir una sola plana mas en mi vida.
Pero hay un hito en mi vida que me ha cambiado por completo. Y esto se lo debo a un acontecimiento en el día; treinta de septiembre, del año dos mil doce. Cuando al hombre que permití entrar en mi vida, decidió terminar nuestra relación, dejándome una vez más sumergida en la soledad, en la frustración, y en la rabia de otra vez haberme dejado llevar por alguien más que yo y mis deseos.
Trabajábamos para lograr sueños como vivir juntos, ser padres, y apoyarnos mutuamente en nuestros proyectos individuales. Nunca había llegado al límite de integrar a alguien más en mis sueños y proyectos individuales y totalmente personales, pero así fue. Lo veía junto a mí viajando por Europa, veía a nuestro hijo o hija en estas situaciones. Lo podía ver a él en mis interminables viajes por el mundo pintando, escribiendo y fotografiando junto a él…
Y todo llegó a su fin. En resumidas cuentas quedé devastada, pero esto solo duro un par de días y es este acontecimiento, el cual estoy a punto de narrar, el que da el puntapié inicial a mi cambio tanto intelectual como espiritual.
Si no fuera por mi gran amigo Miguel, quien sabe en qué estado o que estaría haciendo de mi vida en estos momentos. Él me hizo viajar, me hizo reencontrarme con mi Berita dejada atrás, hace más de incontables años (para mí por supuesto).
Recuerdo todo y muy detalladamente. Pero sólo daré detalles.
Recuerdo estar sentada muy derechamente, recuerdo cerras mis ojos y sumergirme en la escena que él me describía y que yo de apoco y concentradamente lograba divisar dentro de mi mente y que al cabo de unos minutos logré estar ahí, si estuve ahí, estuve en medio del Cosmos, rodeada de Estrellas, Galaxias, Sistemas Solares, estuve junto al Alfa y el Omega, dándome cuenta que cada pequeña partícula es todo y nada a la vez. En donde, pude apreciar la belleza más simple y estremecedora; El Infinito, y no sentir pavor, sentir gozo, sentir que eres parte de aquello. Rodearte de colores, sentir cada color recorriendo tu cuerpo, poder sentir como tu perspectiva de la vida y lo que creemos es la visión correcta sobre cómo vivirla cambia.
En cómo pude verme frente a frente con mi otro yo. El yo; brillante, hermoso e indescriptiblemente hecho de paz.
Me abrace y no pude contener mi llanto al darme cuenta de que esto era real, al sentir el abrazo, y sentir como cambiábamos de lugar, fue la experiencia más irreal y palpable que he vivido a mis 23 años.
Desde ahí no soy la misma. Estoy rodeada de paz, de una sensibilidad aún mas exacerbada. Ya no me considero un ente que en algún momento tendrá su fin. Ahora me siento y creo que soy infinita, que todo es infinito, que todo y que cada persona somos todo y la nada a la vez.
Me replanteé el cómo vivir y ver la vida. Y es inexplicable la belleza de llegar a la conclusión de que en verdad todo es hermoso, y que no es sólo lo que el mundo en cadena quiere creer, por una opción a ser mejores personas y tratar de hacer un mundo mejor. Es que en verdad lo es, en verdad todo y todos somos un milagro. Y no es que ahora crea en un Dios, puesto a que todos somos esa energía que hace girar al infinito, todos somos parte de todo. Todos somos el otro. Y nada podrá y será comparable con esta verdad.
Todos somos ese “Dios” que otros individualizan y ponen a una altura superior a ellos mismos.
Nunca volveré a ser la misma y esto es sólo el comienzo de un despertar espiritual. Y de volver a ver la vida como un niño.
Soundtrack
