Todo comenzó bien, te quiero, me quieres (creo), pero hay cosas, que dejan que pensar. Al parecer, seguimos teniendo esa, “conversación pendiente”, ya que veo que si no lo hacemos, todo se nos irá a la cresta. Y es algo que no quiero que ocurra, porque por sobre todas las cosas, eres un gran amigo, tenemos muchas cosas en común, y muchos lindos momentos.
Espero que a lo que te vea, poder hablar y dejar de ser tan niños para nuestras cosas ya que en verdad, ya no estamos como para eso y no siempre es bueno que seamos esos niños caprichosos. Somos adultos, y creo que somos personas maduras.
Tú sabes cuánto te quiero. No lo eches a perder. yo trataré de no hacerlo...
Hoy fue uno de esos días en donde sólo dejé que mis pies me llevaran. Hice lo que debía hacer en esta ciudad agobiante y sin querer en el camino me fui de Santiago. Me fui a lo más parecido que necesitaba en estos días, fue agradable caminar y caminar por senderos, oír el río a mi costado, contemplar la naturaleza y fluir como si yo, fuera parte del paisaje.
No tuve instante para pensar en las cosas que me aquejan mentalmente. Sólo contemplé y asimilé disfrute y nada más pude hacer.
Ya sé donde me puedo arrancar cuando necesite migrar de esta ciudad plasmada en gris, responsabilidades y llena de esas infinitas cosas que logran hacerme juegos mentales.
Sólo debo coger mi reproductor de música, mis cigarros y algo de agua y dinero. Lo demás corre por cuenta del entorno el cual visitaré muy seguido y de mi alma rebosante en júbilo al ver tal panorama frente a mí.
Observar aquellas flores silvestres, sentir el pasto en mis pies desnudos, sentir el aire limpio, y ese aroma a Eucalipto. Es todo lo que necesito.
Si no me enojo contigo, por algo será y yo abuso, porque sé que no te puedes enojar conmigo...
Somos como dos niños que se sacan pica, nos sacamos la lengua, te ríes de mí, me río de ti. Me miras y te desprecio, me miras y te burlas, es tan entretenido esto, lástima que somos tan niños que nos enojamos.
Pero tú y yo sabemos que por dentro, detrás de cada palabra, hay un te quiero, un beso, un abrazo, una mirada caprichosa y de complicidad.
Este pozo de agua azul, este silencio profundo, el azul negruzco del cielo, la paz, mi respiración.
La luz y el recuerdo de esa mirada.
Esto es lo que me rodea.
Me recuesto sobre el agua y me dejo llevar, por la indescriptible sensación que en estos momentos envuelve a cada uno de mis cinco sentidos.
Mis ojos están maravillados, por el azul que rodea todo lo que logro ver en esta amable y exquisita oscuridad.
Mis oídos están sumergidos en esta melodía, que recuerdo dentro de mi cabeza y en mi casi silenciosa respiración
Mis dedos, mi piel y mi cuerpo en si sólo pueden gozar de este momento.
Agua muy tibia, suave, deliciosa, así como si el agua se hubiese convertido en crema, esponjosa, dócil, palpablemente agradable. Me acaricia y me sumerge en un placer, que va más allá.
Puedo sentir un aroma que me es reconocible, totalmente delicioso, me invita a cerrar mis ojos y concentrarme en su efecto adictivo, inhalo el humo y siento que cada respiro es suave, llénador. ¡Como, me logra saciar!
El gusto es una extraña sensación, entre crema y humo, a mi parecer, demasiado placentero. Mi lengua puede captar esa textura viscosa y humada.
Estoy sumergida, en lo más hermoso que he podido sentir, este último tiempo.
Este pozo llegó en el instante perfecto, en esta noche perfecta, con la luna perfecta, las estrellas perfectas, el aroma, el placer de sentir esto en mi piel y a la vez asombrarme por el bello espectáculo que sólo mis ojos pueden apreciar.
Todo es azul profundo, casi negro y lo demás quisiera ser blanco, pero sólo logra ser un “celeste”.
Las luces parecen ser velas esparcidas caprichosamente para darme en el gusto. Este es el único color cálido visible en esta escena, puesto que hasta mi piel, tiene un tono pálido y frío, expuesto a este azul que inunda todo lo que en este pozo me rodea.
¿Estaré muerta? ¡Quizás! Es más, podría morir aquí, en este mismo instante y no me importaría. Esto es lo más hermoso que he visto en mi vida, a tal punto que mi mente estalla con sólo asimilar el paisaje.
