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jueves, 28 de marzo de 2013

Metamorfosis.







Cuando se lleva  alrededor de diez años escribiendo autobiográficamente  se llega a la conclusión de que es un trabajo de nunca acabar
En muchas ocasiones, nuestra perspectiva de la vida y de lo que nos rodea, cambia considerablemente. Tanto como para bien, como tal vez para mal...

En estos momentos puedo creer estar con mis decisiones resueltas y equilibradas, ¿Pero quién lo sabe? Quizás mañana mismo ocurra un hito en mi historia y mi forma de ver las cosas cambie rotundamente.
No sé si esto ocurre, porque aun no he terminado de conocerme y saber cuál es mi destino, o puede ser que los cambios deban ser constantes y durante toda nuestra existencia. Quizás sean ambas opciones. Creo que lo importante no es llegar al pic y ya está, creo que es más valorable crecer y aprender cada día, cada segundo, cada instante en nuestras vidas.
Una vez leí una cita que decía algo como esto: “Es mejor cambiar de opinión, que tener siempre el mismo discurso, puesto que quien no cambia, es porque no se atreve a  conocer más allá, ya que de esta manera puede darse cuenta, que en lo que cree no es lo correcto”-.
Y claro, por miedo a dejar de ser consecuentes con lo que creemos, o profesamos, muchas veces decidimos no ver más allá, sin saber que  cometemos un gran error.

No creo ser la gran filosofa, pero sí creo entender, aunque sea sólo un poco de que se trata todo esto. Y la verdad, lo encuentro fascinante, adictivo. Es realmente estimulante darse cuenta de los procesos, cambios y en resumen la metamorfosis que sufrimos como hombres, como seres intelectuales, como energías individuales. Capaces de sentir amor, dolor, felicidad, y miedo. Seres de energía que por muy individuales que creamos ser, pertenecemos a un todo, a un universo. Creo que ese “Cosmos “como yo suelo llamarle, es lo que otros optaron por llamarle “Dios”.
Creo que “quizás” no se han dado cuenta que todos somos el Alfa y el Omega…





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